jueves, 18 de diciembre de 2008

La necesidad del radicalismo

Por Guillermo Meyer - Tomás Oscar Scotto

Antes del atentado de Atocha, en España todas las encuestas daban ganador al partido de gobierno, sin embargo, luego de aquella tragedia, una gran masa de votantes pudo cambiar su opción modificando el resultado esperado. Eso fue posible porque tenían una clara alternativa al partido de gobierno.

En nuestro país el desafío es reconstruir esa alternativa que se vio desdibujada, en gran medida, gracias a la dispersión del voto radical (sobre todo en Capital y Conurbano) dirigido a otros partidos que existen en pocos distritos y cuya subsistencia depende sobre todo de la buena ubicación en las encuestas de una figura mediáticamente instalada. Esta situación permitió al partido oficialista construir una hegemonía caracterizada por la prepotencia y la impunidad. Sin embargo, hasta el propio Partido Justicialista se encuentra en dividido y en crisis.

Mientras tanto el Gobierno apela a superpoderes, al los decretazos, a la prepotencia, la mentira, la compra de dirigentes de otros partidos y a la descalificación de quienes piensan distinto. Pretenden justificar su metodología mostrando los números de un crecimiento económico que no se refleja en mayores beneficios para los argentinos por su incapacidad de transformar ese crecimiento en desarrollo económico. Ni siquiera esos datos económicos son confiables luego de la vergonzosa intervención del INDEC. Se trata de un gobierno que se autodenomina “progresista” cuando en realidad representa lo peor del populismo, aplicando políticas sociales que, lejos de solucionar los problemas de fondo de la gente, mantienen a amplios sectores como rehenes de la ayuda social, mientras los grupos concentrados de la economía siguen haciendo sus “negocios”.
En este contexto, cuestión de la Calidad Institucional quedó en un último plano cuando la realidad indica que los países que cuentan con bienestar económico y social sostenido tienen además instituciones fuertes y consolidadas apoyadas en partidos políticos fuertes como herramientas principales para canalizar las demandas y posicionamientos de la ciudadanía.

La presente situación política reclama la necesidad de una alternativa sólida frente al oficialismo, para cuya construcción la UCR es fundamental porque tiene representación en todo el país, provincias y municipios gobernados ejemplarmente y sigue siendo la fuerza política nacional más importante luego del peronismo. Esta necesidad significa una oportunidad para nuestro centenario partido.

Actualmente la UCR apenas se está reponiendo de las heridas provocadas por sus responsabilidades tras el fracaso del gobierno de la Alianza. Otros responsables de ese fracaso, incluso figuras destacadas de ese gobierno, fugaron de la Alianza haciéndose los distraídos. Por otro lado, el oficialismo, integrado por los mismos que fueron responsables de las políticas de la década del `90 que derivaron en la crisis del 2001 parece no tener historia. Se olvidaron de cuando compartieron el indulto, la corrupción y las nefastas políticas neoliberales que defendieron en los `90 cuando eran menemistas. Entre ellos el propio Kirchner, que a pesar de los videos y declaraciones nos quiere hacer creer que nunca lo conoció.

Es cierto que nuestro partido cometió muchos errores y sería necio no reconocerlo, pero también existen muchas falacias que no se pueden dejar pasar:

- Se ha hablado de la “ineficacia histórica del radicalismo. Seamos claros: fue la lucha de Yrigoyen y Alem la que logró un sistema electoral claro y democrático que otros “eficazmente” violaron; fue un gobierno radical el que fundó YPF, pero Menem, fogoneado por Kirchner, “eficazmente” la malvendió, fue Illia quien defendió la dignidad nacional frente a los capitales extranjeros, pero luego el justicialismo con suma “eficacia” entregó el país en los `90, fue durante el gobierno de Alfonsín que se condenó a las juntas militares sin ningún testigo desaparecido, pero fueron otros los que “eficazmente” los indultaron y ahora, que pretenden retomar los juicios a 25 años del final de la dictadura, lamentamos la desaparición de López. También durante la gestión de Alfonsín se construyó el gasoducto Buenos Aires-Loma de la Lata en tiempo récord y total transparencia y por primera vez en la historia logramos el autoabastecimiento de petróleo, los “eficientes” que ahora nos gobiernan convirtieron la ampliación del gasoducto del norte en el escándalo de corrupción de Skanska y dependemos del fuel oil de Chavez para tener energía.

- Se acusó a la UCR de ser la “vieja política”. ¿Acaso la nueva política la representan partidos con jefes supremos que se manejan dueños del partido y de su pensamiento?. ¿Acaso lo es el culto a la imagen y el vacío propositivo e ideológico que caracteriza al debate político actual?, ¿La muerte de las ideologías?, ¿Lo es la prepotencia kirchnerista?

- Se destaca a nuestro partido por su dedicación a las “permanentes internas”. Es cierto que estas provocan fuertes debates, pero nunca se ha tomado a los demás ciudadanos como rehenes de las mismas ni se desarrollan menoscabando la calidad institucional y mucho menos provocando hechos violentos como los que suelen involucrar al partido oficialista con muertos y heridos. Y es preferible que el partido tenga debate interno antes de reducirse a la mera obediencia de un cacique.

Por eso podemos estar orgullosos de pertenecer al radicalismo y poder referirnos a nuestra pertenencia con la frente alta.

La recuperación es difícil pero depende de nosotros. Para fortalecer a nuestro partido es necesario tomar algunas acciones, sino seremos responsables por inacción de un futuro poco auspicioso para nuestro país.

- Hay que dejar atrás el sentimiento de inferioridad y culpa, tenemos muchos motivos por los cuales estar orgullosos de ser radicales.

- Es necesario impulsar un proceso de renovación real. Renovar no significa echar por la ventana o jubilar dirigentes ni desplazar a los más “viejos” para poner a los “nuevos”, sino dar la posibilidad al surgimiento de nuevos cuadros políticos y técnicos que actualmente tienen muchos obstáculos para hacer su aporte. El objetivo debe ser constituir una dirigencia de calidad sumando lo mejor de cada generación, combinando el aire fresco aportado por los que llegan con la experiencia de dirigentes de trayectoria destacable.

- El debate interno no debe derivar más en un internismo salvaje que ha conformado un círculo vicioso que nos ha perjudicado mucho.

- El radicalismo deberá consolidar un discurso nacional y un accionar coherente en todo el país conformando un partido de trascendencia nacional. Nada bueno nos espera si funciona como una federación de radicalismos que en cada distrito dice una cosa distinta. Para eso se deberá afianzar la orgánica y respetar las decisiones que surjan del debate interno. El “ir por otro lado” si se pierde la interna es una actitud que solo logra que perdamos todos. En ese sentido se deberá dar un fuerte debate interno en pos de una claridad ideológica que pueda guiar coherentemente su accionar.

- Hay que redefinir y revalorizar el rol de la militancia, la cual no puede ser solo considerada para ser arriada como ganado el día de las internas. Este es el principal capital de nuestro partido frente a la indiferencia mediática, y es algo que pocos partidos pueden tener.

- A la falta de instalación mediática deberá responderse generando hechos a través de una acción destacada por parte de quienes ocupan cargos de responsabilidad, ya sea ejecutivos o legislativos. La población sufre muchos problemas y nuestro partido debe estar con ella escuchando y proponiendo en un diálogo cara a cara. En ese sentido es destacable el desempeño de nuestros diputados y senadores durante la crisis entre el gobierno y el campo.

- Vemos positivamente la posibilidad de llegar a acuerdos con otras fuerzas con las que existan coincidencias en cuanto a la mirada que se tiene de la realidad y a las propuestas para mejorarla. Pero a la vez consideramos que la prioridad deberá estar en la propia reconstitución del partido. El frente resultante deberá ir más allá de lo electoral para no repetir los errores ya cometidos.

Tengamos claro que no hay derrota definitiva mientras la llama de las ideas, la mística, los valores y los principios esté encendida, el mantenerla en el futuro está en nuestras manos. Tratemos, por el destino de nuestro país, que podamos estar a la altura de las circunstancias.

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